Los tres filtros socráticos, la educación y la mediación

Per: Teresa Cataldo

Artículo publicado en prensa en Social.cat

Escuchando Radio 3 hablaban de los tres filtros socráticos y cómo son de necesarios hoy día. La historia se da en la antigua Grecia cuando un amigo se acercó a Sócrates y le dijo:

“- ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?

– Espera un minuto – replicó Sócrates – antes de decirme cualquier cosa, quisiera que pasaras un pequeño examen. Es llamado el examen del Triple filtro.

– ¿Triple filtro?

– Correcto. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea tomar un momento y filtrar lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro. El primer filtro es el de la verdad: ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?.

– No – dijo el hombre -, realmente solo escuché sobre eso y…

– Bien, entonces realmente no sabes si es cierto o no. Ahora permíteme aplicar el segundo, el filtro de la bondad: ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?

– No, por el contrario…

– Entonces – continuó Sócrates -, tú deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto. Tú puedes aún pasar el examen, porque queda un filtro:

El filtro de la utilidad: ¿Será útil para mí lo que vas a decirme de mi amigo?

– No, realmente no.

– Bien – concluyó Sócrates -, ¿si lo que deseas decirme no es cierto ni bueno e incluso no es útil, por qué decírmelo? dijo como conclusión.

Verdad, bondad y utilidad son los tres filtros de Sócrates, filtros que debemos usar antes de hablar, opinar o escuchar. Y solo este primer plano ya es interesante ver el resultado: se dejarían de lado los rumores racistas como “todas las ayudas se las quedan los migrantes”, los hashtags sociales como “los catalanes son tacaños”, las generalizaciones como “los jóvenes son unos vagos” o “en ningún jefe le importan sus trabajadores”, rumores, falacias y generalizaciones que hacen daño y perjudican mucho más del que nos imaginamos.

Es evidente que el primer plano donde podemos aplicarlo a nuestra vida diaria es en el espacio de los rumores y los cotilleos. Y solamente este primer plano ya es interesante de ver el resultado: se dejarían de lado los rumores racistas como “todas las ayudas se las quedan los migrantes”, las etiquetas sociales como “los catalanes son tacaños”, las generalizaciones como “ los jóvenes son unos vagos” o “a ningún jefe le importa sus trabajadores”, rumores que dañan y perjudican mucho más de lo que nos imaginamos.

Ciertamente si aplicáramos esa filosofía de diálogo en nuestra vida, terminarían la mayoría de los conflictos, personales y sociales, que tenemos hoy. Establecer un diálogo cooperativo, empático y constructivo en nuestra vida, por tanto, construiría todo lo contrario. Un espacio de aprendizaje y crecimiento constante, donde los conflictos se resolverían sin grandes dificultades puesto que tendíamos en nosotros todas las herramientas necesarias para ser seres mediadores.

Y ahí es cuando viene un punto muy importante, ¿porqué no lograrlo?, y, ¿cómo? Sin duda mi respuesta es mediante la educación. Como madres, padres, abuelos, abuelas, tutor@s, somos un modelo a seguir de esas personitas de las que estamos a cargo, y mediante el ejemplo y el buen hacer nuestro ellos y ellas pueden adquirir estas herramientas. Por ello muchos centros educativos apuestan por la mediación escolar, ya que aporta herramientas para la educación en valores de una cultura de paz, capacitando al alumnado para resolución de conflictos en el ámbito escolar, en primer lugar, pero al final lo dota de herramientas que ya forman parte de ellos y ellas.

Pero cuidado que no podemos dejar a la escuela que lleve todo el peso. Está también en nuestras manos no fomentar lo contrario, no plantar la semilla de los conflictos, aplicando los tres filtros socráticos pensando cada vez que vamos a contar (o escuchar) algo: ¿es totalmente cierto?¿Aporta o es algo bueno (para mí o la otra persona)?¿es positivo? ¿Sirve para algo?¿es constructivo explicarlo? Y si no pasa ese filtro, quizás es mejor no decirlo o no escucharlo (o hacer caso omiso ya lo han dicho). Y no te confundas, no hablo de no estar atento al otro, no escuchar a tu amigo a tu hij@ que te cuenta anécdotas del cole. Mostrar interés por el otro no es lo mismo, porque entra en juego la prudencia, la comprensión y el respeto.

Con toda la información que circula hoy por las redes sociales, los programas y canales de televisión que están construidos solo gracias al cotilleo, la mal llamada prensa rosa y amarilla, y un largo etcétera, la cosa se pone difícil porque casi que se podría decir que el cotilleo es parte de la modernidad. Atrás quedó la imagen del cotilleo de patio interior de “La que se avecina”. Por eso, esto ha de ser un ejercicio consciente de limpieza.

Te invito a desintoxicarte. A pensar únicamente por un día esas tres preguntas cada vez que escuches, leas o hables y observa cómo te sientes, deja de lado las redes sociales que no pasen esos tres filtros, deja de lado las redes sociales y programas que no pasen esos tres filtros, solo por un día. A ver qué pasa… Lecciones antiguas que están tan presentes como entonces, que nos deja la filosofía.

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