Ayer fui a Barcelona en tren.
Fui a ver un médico especialista, fui con bastante fiebre y un paracetamol encima debido a la gripe. Cambiar la hora era esperar demasiado tiempo para mi consulta. De vuelta en el tren, me cayó el bolso al suelo, evidentemente ya estaba fatal. Se debió caer mi teléfono en ese momento y no me di cuenta.
Al llegar a casa desesperé, y después de navegar por Internet buscando el teléfono de Renfe atiné en llamarme. Me contestó el señor de la limpieza de Renfe en Sant Vicenç de Calders, tenia mi teléfono! En ese momento se coordinaron con el maquinista del siguiente tren para dármelo en el andén de Vilanova. Les compré unos bombones en agradecimiento que no quiso aceptarme. El maquinista estaba sorprendido de mi suerte, y que hubiera llegado hasta él mi teléfono (es media hora de tren).
La suerte existe si señor, o el karma. Yo soy de las que devuelve todo lo que encuentra: deja los pañuelos a la vista para que quien lo ha perdido lo encuentre, hace poco devolví una tarjeta de RENFE valida por 3 meses de un estudiante, he llevado billeteras sin abrir a la policía, aquí y en otros países, teléfonos móviles, etc. Y por mi parte, no es la primera vez que me pasa algo así: me ha llegado por correo la cartera entera, me he encontrado una nota y las llaves de mi moto en el quiosco del frente cuando me las he dejado puestas (varias veces) y el casco sin atar sobre el asiento después de una noche entera en la calle. Si, vale, puede parecerlo que soy despistada, pero tengo una edad, y esto me ha pasado en muchos años…
Pero no es el karma ni la suerte. Es la honradez. Un valorar que debería estar en alza y sólo depende de ti. De que lo practiques cada día. Superemos la cultura de la picaresca, superemos el mal ejemplo que nos ofrecen nuestros políticos, superémoslos a todos y seamos mejores personas. Porque cuando devuelves un objeto perdido o de lo devuelven, te cambia el día, la semana, incluso estado con gripe!